Un buen amigo me pidió que le redactase un compendio de consejos básicos para recuperar su salud. Y este fue el resultado: un protocolo de acciones básicas para reequilibrar la salud corporal.

Contiene las reglas más importantes en cuanto a alimentación y otros consejos muy útiles y efectivos para facilitar al cuerpo su estado natural que es de equilibrio saludable. Lo ideal es que formen parte de tu vida, de tu día a día, aunque si padeces alguna enfermedad entonces es primordial adoptarlos e incorporarlos todos, uno por uno.

Este decálogo trata de medidas de «choque» por tanto es muy básico pero simultáneamente muy completo.
Está basado en que la causa de las enfermedades, desde un catarro al cáncer pasando por todo lo intermedio, es el grado de acidificación y toxicidad de los tejidos del cuerpo. Cuando mayor sea este grado más grave la enfermedad.

El orden no representa mayor o menor importancia, intégralos en tu vida a tu ritmo, sintiéndote comod@ al hacerlo.

Disfruta…

-Hidratarse adecuadamente

Tomar dos vasos de agua templada en ayunas por la mañana, el segundo después de un rato y con limón.
Beber mínimo un litro y medio de agua al día fuera de las comidas.
No beber media hora antes de comer y entre hora y media y dos horas después.

-No comer entre horas

Uno a de sentarse a comer y emplear el tiempo necesario para masticar tranquilamente los alimentos. Y luego hay que permitir al cuerpo hacer la digestión de esa comida sin interrupciones, es decir, sin comer nada más entre horas.

Si se ingieren alimentos antes de dos horas comienza un nuevo proceso digestivo sin que acabe el primero, entorpeciéndolo y generándose toxinas debido a las sustancias sin digerir que van a quedar en el tracto digestivo.

Y si son tres horas mínimo entre comidas mejor.

-Ingerir la menor cantidad posible de proteína animal

No sólo no contribuiremos al sufrimiento animal sino que ganaremos enormemente en lo que a salud se refiere. La proteína animal acidifica el organismo y lo congestiona, debilitándolo y preparándolo por tanto para acoger enfermedades de todo tipo.

Hazte tan vegetariano o vegano como te sea posible, todos tus órganos y sistemas te lo agradecerán.

-Baños de sal

Bañarse en agua caliente con dos kilos de sal. Es un sistema para limpiar la sangre a través de la piel, se denomina diálisis percutánea. Funciona por ósmosis. Ayuda a los riñones en su labor.

Media hora es suficiente y es una forma muy agradable de bajar el nivel de acidificación.

-Desechar el azúcar blanco y la sal común

Es la sustancia más acidificante de las que llamamos «alimentos». Además es una neurotoxina que al ser ingerida provoca una alarma de intoxicación que nos «activa». El efecto de la cafeína es el mismo.
Además para poder digerirlo el cuerpo necesita calcio y magnesio entre otros minerales y varias vitaminas, con lo que no sólo no aporta nada sino que consume nutrientes.

En su lugar podemos consumir panela o miel ecológica.

La sal refinada, considerada tóxica por muchos autores, no tiene ningún alimento, sino que causa entre otras cosas trastornos en el metabolismo celular. El cloruro sódico son sólo dos elementos químicos, algo muy alejado de los más de ochenta que tiene la sal del mar sin refinar o la sal gema. Estas últimas son las sales sanas y nutritivas para el organismo.

-Tomar fruta, pero sin mezclar con otros alimentos

La fruta es primordial para la buena salud pero ha de comerse separadamente, nunca como postre. Si no se hace así hará que los alimentos no se digieran correctamente ocasionando que haya restos sin digerir que generan congestión y son caldo de cultivo excepcional para diferentes patógenos.

-Abandonar los edulcorantes artificiales

Estas sustancias como el aspartamo, el sorbitol, el maltitol, etc. son cancerígenas y están relacionadas con fibromialgia y otras enfermedades de las denominadas «raras». Son sustancias cientos de veces más dulces que el azúcar y cientos de veces más baratas para la industria, que además aprovecha para venderlo como producto saludable «sin calorías».
Son generadas en laboratorio y por tanto completamente artificiales.

-Utilizar cosmética natural

La lista de ingredientes de dentífricos, desodorantes, cremas faciales y corporales, geles, jabones, productos de maquillaje, etc. es de lo más artificial imaginable. Estos productos penetran en el cuerpo a través de la piel, y es como si nos los comiéramos.
Afortunadamente existen multitud de marcas de cosmética natural o consciente cuyos productos son sanos y saludables porque simplemente son mezclas de esencias, aceites, plantas y productos de la naturaleza tal cual.

-Mantener el colon limpio

Cuando defecamos es fácil observar en el inodoro que los excrementos son pegajosos, lo son también en su recorrido por el intestino grueso. De modo que se van acumulando capas y capas de inmundicias.
Si pensamos que la labor del colon es absorber agua (entre dos y tres litros por cada digestión) y electrolitos concluiremos que absorbemos unos 12 litros al día de aguas fecales, porque ese agua a pasado a través de esa capa, más o menos gruesa de excrementos «fosilizados». Nos intoxicamos varias veces al día al reintegrar en el cuerpo todas las toxinas de esa «infusión putrefacta».
La ganancia en salud al someterse a una hidroterapia de colon 3 ó 4 veces al año es incalculable.

-Las medicinas lo más lejos posible

Las medicinas atrofian la capacidad autocurativa del cuerpo, y TODAS poseen efectos secundarios de todo tipo y condición. Para curarse el cuerpo necesita desintoxicarse y alcalinizarse, NADA MÁS. (De esto trata este decálogo). Mientras no se haga eso estamos condenados a pasar de una dolencia a otra, de una enfermedad a otra. Y abocados a consumir medicinas y más medicinas.

Es importante entender que las medicinas no curan, sólo atenúan o aplacan los síntomas, pero los síntomas no son la enfermedad.

La única curación, la curación real se produce cuando el cuerpo recupera su equilibrio, y lo está haciendo continuamente, día y noche, simplemente hay que facilitarle esa labor.

Y si hay que recurrir a las medicinas que sean las recetadas por terapeutas naturales, cuyos remedios no curan en sí mismos, sino que simplemente ayudan al cuerpo a hacerlo.

David García Ávila